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¿Por qué nos veta la religión?

  • Foto del escritor: Jessy Martinez
    Jessy Martinez
  • 6 may
  • 4 Min. de lectura

¿Por qué nos veta la religión? Una reflexión amorosa sobre la práctica del yoga y la fe cristiana

Por Jessica Martínez – YogaShunia


En muchas ocasiones, quienes practicamos yoga y llevamos una vida espiritual profunda hemos sido cuestionados o incluso vetados por algunas comunidades cristianas que consideran esta práctica incompatible con la fe. Esta tensión ha generado dolor, confusión y, en algunos casos, una separación innecesaria entre cuerpo, alma y espíritu. ¿Por qué ocurre esto? ¿Está el yoga verdaderamente en contra del cristianismo? ¿Puede una práctica que cultiva la paz, la respiración consciente y la unión interior alejarte de Dios?


Como mujer de fe, teóloga en formación, madre y guía espiritual a través del yoga, comparto esta reflexión desde el amor, no para confrontar, sino para dialogar con profundidad, iluminadas por la Palabra de Dios y el testimonio de quienes han encontrado en el yoga una vía de comunión con el Creador.


El origen del conflicto: religión versus espiritualidad vivida


Muchos cristianos ven con recelo el yoga por su origen oriental y por la posible confusión con prácticas religiosas no cristianas. Se teme, muchas veces sin información sólida, que el yoga invite a rendir culto a otros dioses o a entrar en estados espirituales que nos alejen del Dios vivo. Sin embargo, el yoga, tal como lo practicamos en Occidente, especialmente en contextos como YogaShunia, no es una religión, sino una disciplina espiritual, física y emocional que puede integrarse perfectamente con la fe cristiana.


Como afirma el sacerdote y teólogo jesuita Jean-Yves Leloup, “la oración cristiana profunda tiene mucho en común con la meditación oriental, siempre que esté enraizada en Cristo. El cuerpo también puede orar.” (Leloup, El cuerpo y el alma, 1998).


La Biblia y el cuerpo: templo del Espíritu Santo


Uno de los argumentos más fuertes para reconciliar el yoga con la fe cristiana está en la misma Escritura. San Pablo escribe:

“¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y que habita en ustedes? Ustedes no se pertenecen, porque han sido comprados por un precio. Glorifiquen, pues, a Dios en su cuerpo” (1 Corintios 6,19-20).


El yoga nos enseña a habitar el cuerpo, a cuidarlo, a escucharlo, y a integrarlo en nuestra vida espiritual. No lo adora, sino que lo honra como espacio sagrado. Las posturas (asanas), la respiración (pranayama) y la meditación no buscan sustituir a Dios, sino ayudarnos a escucharlo mejor, a entrar en silencio y en presencia.


El silencio interior como oración


La oración contemplativa ha sido parte de la tradición cristiana desde los Padres del Desierto hasta Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz. En su Camino de Perfección, Teresa insiste en la necesidad de recogimiento interior: “En el silencio y en la soledad el alma se vuelve más apta para oír a Dios.” El yoga facilita ese silencio interior al calmar la mente y ayudar al alma a disponerse al encuentro con lo divino.


El monje benedictino John Main, fundador de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, también enseñó que la meditación es una vía cristiana de oración pura, y no temía dialogar con tradiciones orientales cuando estas ayudaban a vivir con mayor profundidad el Evangelio.


¿Puede el yoga alejarme de mi fe?


Como toda herramienta, el yoga depende de la intención con la que se practica. Si se convierte en idolatría del cuerpo, en vanidad o en esoterismo vacío, puede desviar. Pero cuando se practica con un corazón orante, con humildad y en conexión con Cristo, puede ser un camino de integración.


Personalmente, mi yoga es oración, es servicio, es contemplación. Es un espacio donde ofrezco cada respiración a Dios, donde acompaño a otros a sanar, no a través de dioses falsos, sino a través del Amor que todo lo transforma. Como lo expresa el Papa Francisco en Laudato Si’, “todo está conectado”. En el yoga, reconecto con mi ser creado, me reconcilio con mi historia y me vuelvo más disponible al otro.


Testimonios y apertura desde la Iglesia


Hoy, muchos religiosos, sacerdotes y teólogos han abierto puentes entre yoga y cristianismo. El franciscano Richard Rohr afirma: “No debemos temer al cuerpo ni a la respiración. Dios habita en cada parte de la creación.” (The Naked Now, 2009). También el sacerdote católico Tom Ryan, autor de Prayer of Heart and Body, enseña yoga desde una perspectiva cristiana y ha sido recibido con apertura en varios centros católicos.


Más que una amenaza, el yoga puede ser una oportunidad para volver al centro, para reconciliar nuestra relación con el cuerpo, con la respiración, con el silencio y con el otro. Si nos vetan desde la ignorancia, respondamos con testimonio. Si nos acusan, amemos más profundamente. No hay nada que pueda condenar el alma que busca honestamente a Dios.


Jesús mismo dijo:

“El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Marcos 2,27).


¿No será que el yoga, lejos de alejarnos de Dios, puede acercarnos a vivir la fe con mayor presencia, compasión y entrega?


Gracias por leer hasta aquí.

Me encantará saber tu opinión, tu experiencia y tus sentires. Puedes escribirme en mis redes sociales, donde compartimos este caminar espiritual desde el cuerpo, la mente y el corazón:

Instagram, TikTok y Facebook: @YogaShunia

YouTube: Nudo Sagrado


Que cada respiración sea una oración,

que cada postura sea una entrega,

y que cada paso que demos nos acerque más a Dios.

Con amor y luz,

Jessica Martínez

YogaShunia


 
 
 

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